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josemarco

BONILLA DE LA SIERRA

BONILLA DE LA SIERRA

La provincia de Ávila esta salpicada de pequeños núcleos rurales llenos de encanto y preñados de historia. Al pie de la sierra de Gredos se encuentra un pequeña localidad: Bonilla de la Sierra. Su historia se remonta a la época medieval. Formó parte del señorío abulense y su castillo fue utilizado como residencia de verano del obispado hasta el siglo XIX.

Hoy el viajero puede contemplar la enorme iglesia castrense, las murallas y el actual castillo. Lo que más llama la atención es la soledad del entorno, una especie de "locus amoenus" renacentista. Sólo tres o cuatro habitantes deambulan por sus empedradas calles. Desde la torre de la iglesia, morada habitual de las cigüeñas, se divisa un paisaje casi infinito. La luz de la tarde alarga las sombras y prolonga la mirada. Unos albañiles están reparando un tejado. Una anciana tiende la ropa en una pequeña era verde. No se ven niños, ni jóvenes. Sólo el silencio y la soledad vuelven a reinar en este pequeño pueblo abulense cuando los autobuses dejan atrás la puerta de la antigua muralla.

Pero Bonilla de la Sierra seguirá ahí, cual testigo mudo del paso del tiempo. La iglesia pide a gritos una restauración. No sé si volverá a ser lo que fue. Con la desamortización de Mendizábal, en el siglo XIX, perdió sus privilegios y esta Bona-Villa se fue quedando despoblada y quedó a merced del destino, castigada por el progreso y por la emigración. Como tantos núcleos rurales de Castilla y León, de esa España interior tan olvidada.

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