LA SOMBRA DE LA CRISIS
Me dice un vecino que la crisis es más severa de lo que parece, que sólo se atisba la punta del iceberg, que afecta a casi todos los gremios, especialmente al de la construcción y que el ciudadano de a pie sólo está dispuesto a gastar lo indispensable.
Lo peor de estos momentos de crisis es el paro, la falta de trabajo, la incertidumbre laboral. Los más jóvenes buscan y rebuscan un trabajo acorde con sus conocimientos y aptitudes. Y, a pesar de sus brillantes currículums, reciben negativas por todas partes. El clima de desánimo y desconfianza aumenta día tras día. Y esto no es nada bueno.
¿Quién tiene la culpa de este grave problema? ¿Por qué se ha llegado a esta situación? La mayoría echa la culpa al actual gobierno. Pero las causas son mucho más complejas y, en ocasiones, traspasan las fronteras.
En Aragón, la incertidumbre pesa como una losa sobre la factoría Opel de Figueruelas. Unos novecientos trabajadores tendrán que abandonar su puesto de trabajo en los últimos meses. Son muchas familias las afectadas. Son demasiados despidos, aunque se les pongan extraños eufemismos. Y, lo peor de todo, es que no se encuentran alternativas.
La sombra de la crisis es alargada. Uno sabe cuándo viene y cómo avanza, pero desconoce cómo se resolverá. Mi vecino me confiesa que, dentro de lo que cabe, aún está teniendo suerte. Pero lo dice en voz baja, con cautela. Sabe que a muchos otros no les sonríe la fortuna. Y compara la crisis actual con este largo e implacable invierno que no acaba de terminar. Aunque, en el fondo, se muestra optimista y prefiere pensar en el presente. Algún día tendrá que escampar.
0 comentarios