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josemarco

CHOPOS CABECEROS

CHOPOS CABECEROS

      En muchos valles de la provincia de Teruel, abundan los chopos cabeceros, esos árboles centenarios que exhiben sin recato una silueta marcada por el paso de los años y por los rigores invernales. Precisamente hace unos meses el chopo cabecero del Remolinar, en Aguilar de Alfambra, obtuvo el tercer puesto en la competición Árbol Europeo del Año. En Aliaga, tanto en el valle del río la Val como en el del río  Guadalope, abundan estos ejemplares únicos, testigos mudos del paso del tiempo y señas de identidad de un paisaje agreste y pintoresco.

     He escrito un soneto dedicado al chopo cabecero, como homenaje a estos árboles cada vez más escasos y deteriorados.

                                         Exhibes en el seno de los valles

                                         un perfil verdeante en primavera

                                         y das cobijo desde la ribera

                                         a los que huyen del ruido de las calles.

 

                                         Testigo mudo de un fugaz pasado

                                         muestras ya sin recato tus heridas

                                         y acoges en tu seno aquellas vidas

                                         que tu modesta sombra ha acariciado.

 

                                         Aún albergas mil sueños de futuro,

                                         soportas firme el paso de los años

                                         y sufres los rigores invernales.

 

                                         Tu silueta atraviesa el cielo oscuro

                                         y no te desmoronas por los daños

                                         de los desnudos meses otoñales.

 

                                        

                                        

 

                                         

EL DÍA DESPUÉS

EL DÍA DESPUÉS

      Ya hemos traspasado la barrera del 24 de mayo. Después de dos semanas de intnesa campaña y de promesas utópicas y descalificaciones, llega el momento de la reflexión, de la autocrítica, de los pactos y de los acuerdos para la gobernabilidad de las instiutuciones. La verdad es que ha habido de todo y, al parecer, casi todas las formaciones políticas están satisfechas con los resultados, dentro de lo que cabe. Afortunadamente, han desaparecido casi todas las mayorías absolutas. Eso supondrá que el rodillo de mando y ordeno dará paso a dialogar, negociar y entrar en la senda de la tolerancia y el compromiso. Porque es bueno, de vez en cuando, ponerse en lugar del otro y cambiar de situación. Y es muy positivo para la democracia que se abra paso a nuevos líderes, a nuevas propuestas y a nuevas inquietudes.

      Es de esperar que a partir de hoy la situación cambie. Es de esperar que la sanidad, la educación y la atención a los más necesitados vuelva al nivel que tenía antes de la crisis. De todos modos, quedan muchos problemas que resolver tanto a nivel autonómico como municipal. Cuatro años dan mucho de sí, aunque se pasan volando. En este nuevo período, el paro y la corrupción van a ser dos de los problemas más importantes que hay que afrontar. Pero en Aragón hay otros asuntos, además de los que afectan a toda la nación. Habrá que dar preferencia, entre otros, al tema de las comunicaciones, tanto por ferrocarril como por carretera; al problema de la progresiva y casi irreversible despoblación de los núcleos rurales; a la potenciación de la educación pública; a la reducción de las listas de espera en los hospitales; a la creación de polígonos industriales activos en las zonas más deprimidas; a la erradicación de la marginación y el chabolismo...

       Está claro que la agenda de nuestros nuevos representantes políticos va estar llena desde el primer día. Para ello tendrán que rodearse de un buen equipo de colaboradores y no perder el contacto con el ciudadano de a pie. Sus actuaciones estarán en el punto de mira desde el primer momento. Ellos lo saben y van a intentar hacerlo lo mejor posible. Eso sí, seguirá habiendo factores externos que impedirán llevar a cabo todos sus proyectos. De todos modos, les deseamos suerte y acierto en sus decisiones.

A CORTO PLAZO

A CORTO PLAZO

     Cada vez programo más a corto plazo. Cada vez planifico más a corto plazo. Cada vez sueño más a corto plazo. Los días pasan con un ritmo tan vertiginoso que, a veces, es difícil detenerse a pensar, a reflexionar, a reencontrarse con uno mismo. Incluso en lo meteorológico se da una rápida y caprichosa transición primaveral entre el tiempo estival y la crudeza del invierno. Eso sí, hay fechas que figuran en el calendario y a las que, en cierto modo queremos llegar para convertirnos en actores y espectadores de una misma obra: la vida en vivo y en directo.

      Porque este mayo de 2015, que ya ha surcado su ecuador, camina en lo social, político, cultural y económico hacia ese domingo, día 24, hacia esa fecha de elecciones autonómicas y municipales en las que la sorpresa y la incertidumbre están agazapadas al borde del camino. Cuando faltan sólo cinco días para esa cita, continúa esa tercera parte de indecisos, mientras por las calles y polideportivos se suceden las proclamas, manifiestos y mítines entusiastas. ¿Qué pasará a partir de esa fecha? Todos nos hacemos la misma pregunta.

      De todos modos, lo que está claro es que algo tiene que cambiar para bien. Por eso no es de extrañar que los partidos que están aún en el poder se apresuren a mostrar buena cara y buena conducta. Y que, a última hora, se atrevan a publicar decretos y  proyectos curriculares de la tan polémica LOMCE. No sé lo que pasará el día después. Pero lo que está claro es que no todo va a seguir igual. Ni mucho menos. Sería un fracaso de la democracia y del estado de derecho.

MAYO FLORIDO EN ALIAGA

MAYO FLORIDO EN ALIAGA

     Los que aún recordamos el tradicional mes de las flores, nos hemos reconciliado con el paisaje multicolor durante estos días del puente de mayo en Aliaga. La sinfonía del color verde - omnipresente en el monte, en las riberas del río, en las huertas y en los valles solitarios - se complementa de modo admirable con los colores rosáceos de la flor del manzano, con el rojo carmín de las amapolas o como el violeta de los aromáticos cinamomos.

     Este año las generosas lluvias del pasado mes de marzo han dejado una huella primaveral. Una primavera tardía, apacible, casi siempre efímera. Por eso, pasear por el campo, acercarse a las fuente de la Cedrilla, descansar en la terraza de El Molino son pequeños placeres de los que no podemos gozar en la gran ciudad. Hasta el caudal de los dos ríos que juntan sus aguas en el pueblo es más generoso, más cristalino, más acelerado.

     Hay que esperar, de todos modos, que los meses de mayo y junio no sean demasiado cálidos y nos regalen muchos litros de agua suave y abundante. Porque para Aliaga el turismo es esencial. Los visitantes, que se han acercado en gran número durante estos días, agradecen ese cielo claro e incontaminado, esas temperaturas suaves y esas noches dilatadas, tranquilas e interminables. Cuando llegue el verano, es de esperar que los ríos no sufran estiaje, que los montes muestren su mejor aspecto y que los valles, cortejados por centenarios chopos cabeceros, mantengan ese atractivo singular que todos conocemos.

ENCUENTRO MARIANO EN EL PILAR

ENCUENTRO MARIANO EN EL PILAR

     El pasado viernes, día 24 de abril, tuvo lugar en la basílica del Pilar de Zaragoza el encuentro de las cofradías de Nuestra Señora de la Zarza de Aliaga y la de la Santísima Virgen de la Aliaga de Cortes de Aragón y localidades vecinas. Bajo el lema "Con la Zarza y la Aliaga abrazados a tu Pilar" y con motivo del año jubilar, en el 1975 aniversario de la venida de la Virgen a Zaragoza (2 de enero de 1840). Fue una tarde intensa, emotiva y llena de religiosidad.

     Concelebraron la misa varios sacerdotes de las comarcas turolenses, presididos por Monseñor Victorio Oliver, obispo emérito de la diócesis de Orihuela-Alicante, nacido en la localidad turolense de Mezquita de Jarque. No faltaron durante la celebración eucarística las ofrendas simbólicas y los regalos. Hay que destacar la aliaga y la zarza como símbolos de estas dos advocaciones marianas.

    Terminó el acto con el canto de los Gozos y de la Salve junto con los infanticos del Pilar. En la plaza, saludos, reencuentros, despedidas y anuncio de una nueva cita mariana el próximo 5 de septiembre en Cortes de Aragón.

UNA JORNADA CULTURAL

UNA JORNADA CULTURAL

     El día 23 de abril se ha convertido en los últimos años en una jornada cultural y lúdica. La celebración de San Jorge, patrono de Aragón, y la efeméride del Día del Libro, en el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, tiene lugar en las calles, en las plazas, en los parques y, especialmente, en el Paseo de la Independencia, arteria medular de Zaragoza.

     Atrás quedan esos días de Aragón reivindicativos con manifestaciones en defensa de la autonomía o del trasvase. Esta mañana, a un mes de las elecciones municipales y autonómicas, las autoridades de distintos partidos visitaban juntas los diversos puestos que las librerías y editoriales habían instalado en la calle. Está claro que todo parece más tranquilo. Ya veremos lo que ocurre después del 24 de mayo. De momento, la cultura sirve de enlace a las distintas ideologías. Eso sí, sobreviviendo al libro digital, a las páginas de internet y a las múltiples formas de piratería.

     He recorrido con calma todas los expositores y me he dado cuenta de que la gente observa, comenta y compra más bien poco. He hablado con algunos escritores y he comprobado que los creadores aragoneses siguen en primera línea. Irene Vallejo, Joaquín Carbonell y Juan Bolea firmaban ejemplares en una misma mesa. Enfrente, a la sombra, estaba Miguel Mena, tan amable y atento como siempre. Me ha dedicado su última novela, Alcohol de quemar, y nos hemos despedido con un hasta pronto porque el 11 de mayo estará en la tertulia del grupo de lectura Garamond.

     Muy cerca de la plaza de Aragón, un grupo de jóvenes elaboraba una bandera cuatribarrada con claveles rojos y amarillos. Un excelente símbolo en este día en el que la fiesta autonómica se da la mano con el evento cultura. Un libro y un clavel. Amor por la lectura y cariño por la tierra que nos vio nacer.

PRIMAVERA TARDÍA

PRIMAVERA TARDÍA

      Después de un largo y desapacible invierno, la primavera llega paulatinamente a los valles del alto Guadalope. Aunque los chopos cabeceros casi centenarios todavía no se han vestido de ese verde claro de finales de abril, el paisaje, el río, las laderas de las montañas, los campos de cereal presentan un semblante saludable después de las últimas lluvias de marzo, bastante generosas.

     Por eso, caminar por las orillas del río La Val o del río Miravete durante estos días de asueto es algo que relaja y esponja el ánimo. Hasta algunas fuentes que estaban resecas han vuelto a renacer, como la de la Cedrilla o la de Capileta, que nos recuerda momentos inolvidables de nuestra infancia escolar. El Chorredor del barrio de Santa Bárbara presenta también su mejor aspecto y el río Seco surca con alegría el silencioso valle de Cobatillas.

     A pesar de las fechas en que nos encontramos, el contraste de temperaturas es brutal. Y ha habido que encender las estufas al caer la tarde o tener a punto la calefacción. Las chimeneas respiran todavía un humo invernal y las umbrías se engalanan de rosada al amanecer. Son los caprichos de esta estación, tan cambiante como sorprendente. Unos meses en los que buscaremos la sombra durante el día y echaremos de menos el calor del sol en el crepúsculo.  De todos modos, ver el caudal de los ríos como hacía años nos invita a esperar un verano sin escasez de agua y sin restricciones.

    El regreso a la ciudad, con sus árboles decapitados, sus aceras grises y sus edificios incontrolados nos abre más los ojos a una evidente realidad: los pueblos se quedan cada vez más vacíos y las ciudades nos hechizan a pesar de los cielos opacos, los ríos contaminados y las fuentes artificiales.

¿RELIGIOSIDAD O TURISMO?

¿RELIGIOSIDAD O TURISMO?

     Quedan ya lejanas y, afortunadamente, muy borrosas aquellas Semanas Santas de los años sesenta del siglo pasado. En ellas dominaban el color morado y el negro. Todo ello en un trasfondo gris que, anarbolando la bandera de la prohibición, nos imponía un silencio sepulcral, un retiro casi monacal y una abstención casi total de todo lo que fuera ocio, alegría y esparcimiento. Aún recuerdo esa infancia en la que visitábamos los monumentos, recorríamos el vía crucis hasta lo alto del calvario o desfilábamos con un rictus de tristeza por la Vega o el Cascajar en interminables procesiones. Luego el ayuno, la abstinencia y el cierre de los bares. En el cine alguna película de la pasión de Jesucristo y en casa el silencio y la monotonía.

     Después de cinco décadas, la Semana Santa ha dado un giro copernicano. La religiosidad queda en segundo plano. Y sólo las procesiones se mantienen más como reclamo turístico que como verdadera y auténtica expresión del sentimiento religioso. Ahora esta semana es más una oportunidad de ir a la playa o a la montaña que de encerrarse en una iglesia a celebrar la muerte y resurrección de Jesucristo. Este inicio de la primavera nos invita más a descansar, a romper la rutina cotidiana, a reencontrarse con los amigos, a huir del estrés de las grandes ciudades o olvidarse por unos días de las obligaciones cotidianas.

     Es verdad que una minoría de creyentes todavía celebra con auténtica fe los días más importantes del calendario cristiano. Desde que empezó la Cuaresma, se han ido preparando para la celebración del Jueves Santo - el día del Amor -, para los oficios del Viernes Santo y para la solemne Vigilia Pascual. Y vivirán estos días con toda devoción. Una fe que se ha ido adaptando a los tiempos y que se ha despojado de herencias del pasado casi medievales. Mi pregunta es si se pueden compaginar ambas vivencias. Creo que sí. Aunque esta sociedad consumista nos lo vaya poniendo cada vez más difícil.

RECORDANDO A LABORDETA

RECORDANDO A LABORDETA

     "¡Qué queda de ti,... qué queda de ti!" Mientras visito la recién inaugurada Fundación José Antonio Labordeta en la zaragozana calle Mariano Barbasán, van sonando claras y contundentes algunas de las canciones inolvidables del cantautor aragonés. Porque visitar la Fundación es sumergirse en un halo de melancolía, en un mundo de recuerdos y vivencias. Al acercarme a una de las dos salas de este acogedor recinto, la dedicada a la biografía de José Antonio, me doy cuenta de lo efímero de la vida, del rodillo implacable del paso del tiempo y de la huella imborrable que nos ha dejado Labordeta, hace casi cinco años. Porque queda mucho de ti, José Antonio. Esto lo comprobamos al visitar emocionados la sala dedicada a su trayectoria profesional. Nos quedan tus canciones, tus poemas, tus artículos, tus impresiones como viajero, tus participaciones en tertulias radiofónicas, tu labor docente, tus dos legislaturas como diputado nacional.

    Pero como trasfondo de tus más de cuarenta años de cantautor, poeta y creador literario nos queda tu inmensa solidaridad, tu lucha por la libertad, tu compromiso político y social. Y nos queda, sobre todo, tu amor por Aragón, por esa tierra que te vio nacer en la gris Zaragoza de posguerra, por ese Teruel en el que viviste tus mejores años como profesor de Enseñanzas Medias, por esa geografía aragonesa que recorriste de norte a sur, en tiempos del franquismo, en la difícil etapa de la transición y en plena democracia. Y nos queda tu personalidad, con esa espontaneidad tan aragonesa, con ese humor somarda, con esa sabiduría innata, con esa capacidad para escuchar, dialogar y rebatir.

     Conocí a José Antonio en uno de los quinces de agosto que visitó y actuó en el pequeño pueblo turolense de Jorcas. Acudía por amistad con mi llorado primo Luis Vicente, catedrático de Historia como él, y se alojaba en casa de mis tíos. Recuerdo las veladas en las que compartíamos un café. De su boca salían anéctotas curiosísimas y todo lo expresaba con franqueza y cercanía. Desde entonces lo he seguido en toda su trayectoria musical y literaria. Tengo en mi casa de Aliaga todos sus discos de vinilo, desde el austero "Cantar y Callar", hasta el excelente "Cantata para un país". Sus canciones me han hechizado, porque la mayoría rezuman poesía y llegan a lo más hondo de los que nos sentimos aragoneses y aspiramos a un futuro mejor para esta tierra. Por eso la visita de ayer a la Fundación acentuó mi cariño hacia Labordeta y desenterró nostalgias y recuerdos.

LA VIDA ERA ESO

LA VIDA ERA ESO

     Acabo de leer la última novela de la escritora valenciana Carmen Amoraga. Con La vida era eso, premio Nadal 2014. La autora nos habla en ella de la pérdida, la ausencia, el duelo y la manera de superar esta angustiosa situación.

     A medida que la iba leyendo, me sentí identificado con la protagonista en muchos de los momentos posteriores a la muerte del ser querido. Porque los que hemos vivido de cerca el hachazo de la muerte no nos resignamos al conformismo e intentamos superar la situación con valentía, con serenidad y, por supuesto, con el imprescindible apoyo de los seres queridos.

    Aunque no es una obra de excelente calidad literaria, La vida era eso está llena de citas literarias que, como sabias sentencias, pueden ayudar a los que hemos pasado por una situación similar. De todos modos, el mérito de la novela es la incorporación del lenguaje de las redes sociales a la narrativa contemporánea. El perfir de Facebook del marido ausente le sirve a la viuda para comunicarse con él y ponerle al corriente de su vida cotidiana con las niñas que tanto le echan de menos.

     "Aprender a perder es aprender a vivir". Es una de las frases de la autora que sintetizan un proceso doloroso que se nutre de recuerdos agridulces y que el paso del tiempo va suavizando poco a poco. Eso sí, el recuerdo de la persona amada está ahí, idealizado, mitificado y omnipresente en el día a día. "La literatura tiene un efecto mágico para quien lee o escribe", dijo Carmen al recibir el galardón. Por eso vuelvo a la escritura después de un breve paréntesis y espero seguir hilvanando mis recuerdos, mis sentimientos, mis críticas, mis valoraciones y mi percepción del fluir inevitable del tiempo.

¿VUELVEN LAS AGUAS A SU CAUCE?

¿VUELVEN LAS AGUAS A SU CAUCE?

      Ha pasado prácticamente una semana desde que una impresionante riada del Ebro - similar a la de 2003 y superior a la de 2007 - ha surcado con violencia la comunidad aragonesa de oeste a este y ha dejado un rastro de devastación difícil de evaluar. No sólo se han visto perjudicados los agricultores - más de 2.000 - por los daños en granjas y en cultivos. También ha afectado a casas particulares de Novillas, Boquiñeni o Alfocea y a garajes, colegios, almacenes, talleres y centros deportivos.

     Ahora, cuando parece ser que las aguas han vuelto de momento a su cauce, hay que valorar los daños, compensar con creces a todos los afectados y, sobre todo, buscar soluciones para que este desastre no vuelva a ocurrir. Y ahí está lo más difícil y polémico: mientras unos reclaman un dragado del cauce del Ebro, otros aportan otras soluciones menos radicales y más respetuosas con el medio ambiente. Se trata, en definitiva de sentarse en una mesa, dialogar, intercambiar opiniones y sopesar los pros y los contras.

     De todos modos, lo que las autoridades regionales y estatales tienen que tener claro es que la solución no está en el tan solicitado trasvase por parte de las comunidades del Levante, sino en la elaboración de un Pacto del Agua que sirva no sólo para almacenar agua para los momentos de necesidad, sino para encauzarla adecuadamente cuando vuelvanna repetirse estas avenidas.

     Todavía queda mucha nieve en el Pirineo y es probable que dentro de unas semanas volvamos a ver crecido al Ebro. Y todos nos preguntamos: ¿Se volverán a anegar las tierras de la Ribera Alta? ¿Volverá la inquietud a los habitantes de los pueblos ribereños? Podría ser que sí. Porque los proyectos van para largo y las ideas no están demasiado claras. Es de esperar que prevalezca lo más sensato y que triunfe el sentido común.

TRANSPARENTE

TRANSPARENTE

     La poeta gaditana y profesora de Lengua y Literatura Rosario Troncoso acaba de publicar un nuevo poemario: Transparente.  Desde que inició su andadura literaria con Huir de los domingos (2006), no ha dejado de sorprendernos con otras antologías, con sus artículos de opinión y con la dirección de la revista literaria y cultural El ático de lo gatos.

    En este último libro, Rosario desvela sus inquietudes más profundas y abre los ojos del alma a la realidad cotidiana, tan ingrata como colmada de plenitud. En la primera parte - Derribos controlados - nos acerca a esa eternidad provisional que vivimos día a día y es consciente de la fugacidad - "Hoy me atraviesa / una inquietud de peces" -  y de la caducidad de un presente que se esfuma: "El gran futuro fue / el sueño de los otros." Porque en este arduo camino que es la vida, hay que asumir la soledad y "desaprender a vivir", como si uno se fuera despojando día a día de un lastre efímero, emocional. Esos "dedos del tiempo" que en el poema La náusea aparecen inquietantes sobre la cama.

     En la segunda parte - Ya no son inquietantes las rutas conocidas - la autora sale a la calle, se encara con la realidad y muestra su inquietud por el deshaucio real y vital. En el poema Unas manos que abriguen reflexiona sobre la ausencia de seres queridos y en Mil sombras repentinas vuelve a ser consciente de lo efímero: "La certeza de que todo se acaba / enmudece a los pájaros". La poeta abre los ojos a la realidad y desde el primer poema Deuterofobia expresa un sentimiento solidario y compartido: "Porque duele la gente / duelen los días más largos". También indaga en la la tarea de escribir, en el poder de la palabra y en esa tentación de escepticismo tan bien expresada en el poema Nada: "Quizás nada ya importe demasiado / cuando no hay asideros".

     Voy a compartir el poema Palabras. Me recuerda su primer poemario Huir de los domingos en él se refleja el peso de lo cotidiano y el secreto de una existencia plena:

                                              A pesar del domingo

                                              y sus calles desiertas,

                                              cocinaba palabras para ti.

                                            Para llevártelas, aún calientes,

                                              me bebía la acera hasta tu casa

                                              apartando hojas secas, desmayadas,

                                              de la línea que subraya el camino

                                              de vuelta a lo que existe.

VUELTA A LA RUTINA

VUELTA A LA RUTINA

      Avanza el mes de febrero a pasos lentos. Un mes que, a pesar de ser el más corto, da muestras año tras año de su caprichoso e irregular comportamiento climático. Nos ha traído días de frío casi glacial y otros de cierzo, niebla, lluvia e incluso de algún copo de nieve. Ha sido un mes en el que, debido a una operación de catarata en el ojo derecho, no he aparecido por estas páginas. Y eso que se han cumplido durante estos días efemérides interesantes. Así, el pasado domingo, día 22, se cumplieron 10 años - ¡cómo pasa el tiempo! - de la lectura de mi tesis doctoral sobre la obra de Parcerisa Recuerdos y Bellezas de España. Fue un día frío, con nieve en Zaragoza, algo inusual en este valle. Lo que no es inusual son las avenidas del Ebro que se suceden una tras otra, esas riadas que nos recuerdan viejos tiempos y que resultan cada vez más peligrosas debido al progresivo deterioro del cauce del río.

     Vuelvo ya a la rutina. La bendita rutina que decía alguno. Con mis clases de Lengua y Literatura, con mis correcciones de estilo, con mis artículos para Tribuna del diario Aragón Digital, con mis colaboraciones en Turia y con mis poemas. Esperemos que, con la llegada del buen tiempo y de la tan esperada bonanza de primavera, volvamos a los viajes, visitas a museos y otras actividades lúdicas, culturales y deportivas. Después de estos días sin poder leer ni escribir, cada vez valoro más la vista e intento cuidarla lo mejor posible. Así que aquí me tenéis de nuevo, al filo del final del invierno y disfrutando de los amaneceres soleados y de la progresiva dilatación de las tardes.

RECUERDOS Y AUSENCIAS

RECUERDOS Y AUSENCIAS

    A vista de pájaro podemos contemplar lo que queda del embalse de la térmica de Aliaga y el esqueleto gris de la central que dejó de funcionar hace más de treinta años. Gracias a la gentileza de mi amigo Enrique Suco y al buen hacer de los fotógrafos del Hotel de montaña Molino Alto, puedo contemplar desde la distancia un paisaje invernal, aparentemente idílico pero desnudo en su soledad.

    Está claro que ahora no nieva como antes. Ni mucho menos. El calentamiento global y el cambio climático están haciendo de las suyas. Por eso, una pequena nevada de cinco centímetros nos llama la atención. El paisaje se viste de blanco y contrasta abiertamente con el gris de las eminencias rocosas y el gris cemento del gigante edificio herido por el tiempo.

    Por eso me gustaría contemplar este idílico rincón de otra manera. Y ya que es gratis soñar me encantaría ver en el mismo lugar una industria moderna, ecológica y no contaminante. Y que el pantano se dragara de una vez y recobrara su esplendor de antaño. Y que las montañas se vistieran de vegetación. Y que los inviernos, los crudos inviernos de este valle del alto Guadalope nos trajeran nevadas copiosas, Y que las casas de al Aldehuela estuvieran todos el año habitadas y sus vecinos distrutaran de unn trabajo y de un entorno agradable.

   Todo esto quizás sean utopías. Pero este blanco de la nieve, que nos habla de recuerdos, de ausencias, de soledad y de silencio. Parece que nos invita a una ensoñación optimista. Eso sí, desde la distancia, desde la ciudad herida por la niebla o azotada por un cierzo insolente.

VIAJE HACIA LA VIDA

VIAJE HACIA LA VIDA

     ¿Os imagináis el viaje de Ulises hacia Itaca como un periplo de resurrección? ¿Os imagináis a Penélope contemplando desolada del cadáver de Ulises y comprobando después que ha vuelto a la vida? Este es el entramado narrativo del último poemario de la poeta soriana Maribel Hernández. que presentó el pasado día 7 en la librería zaragozana La pantera rosa.

     Maribel es una gran poeta. Sus poemas rezuman magia y destilan sencillez a raudales. Este tercer poemario, titulado Atomic Pink, continúa la línea ascendente de sus dos antologías anteriores - Sonora (2010) y Extraños con paraguas (2011). Pero en este último libro Maribel se mira al espejo de los sueños y contempla desde el tren cotidiano - como metáfora de la vida - ese paisaje que inunda su interior y se transfigura en vida, soledad, silencio y nostalgia.

     La originalidad de Atomic Pink reside además en su identidad marcadamente teatral, que recuerda en cierto modo la estructura de un libreto de ópera. La poeta soriana, que reside actualmente en Alemania, nos contagia con un entramado narrativo, de un paisaje otoñal, de unos sentimientos de nostalgia y de una profunda introspección en las galerías del propio yo. Unas galerías que evocan a Antonio Machado, de quien Maribel se muestra una gran admiradora.

     En este viaje de la noche al día, del crepúsculo al alba encontramos diversos motivos, entre los que destacan esos labios pintados de rosa que sirven de hechizo, de herida interior y de comunión con el paisaje. He seleccionado un breve poema otoñal que quiero compartirlo con vosotros. En él se advierte un trasfondo surrealista plasmado en audaces y originales metáforas plásticas.

                                          En una lágrima de alquitrán

                                          marcando de norte a sur

                                          mi mejilla derecha,

                                          pasaron algunas migajas del otoño.

                                          Un otoño poderoso. Irrecuperable.

                                          Aunque algunas tardes aún

                                          vuelva, y las horas caigan como antes,

                                          con su mismo vértigo de suicida,

                                          desde el mirador.

                               

LUZ DE INVIERNO

LUZ DE INVIERNO

     Ya está aquí un nuevo año. Ya estamos en plena cuesta de enero. Poco a poco nos vamos desembarazando de los despojos otoñales y comenzamos a comprobar cómo, con timidez, el día vuelve a ganar terreno a la noche, la luz se filtra con cautela entre la oscuridad y el sol recupera poco a poco su verticalidad. Es verdad que aún faltan más de dos meses para el equinoccion primaveral, pero la luz matinal - cuando la niebla lo permite - apunta a un nuevo renacer lento, pausado, sereno.

     Hemos regresado de nuevo a la rutina semanal, a los fines de semana dilatados, a los lunes opacos, a los viernes esperanzadores. Hemos dejado atrás los fastos navideños, el exceso de dulces, la comida generosa y la bebida sin tasa. Y el cuerpo agradece de nuevo el ritmo cotidiano y el alimento más frugal.

     Las grandes ciudades han recuperado el pulso habitual y los pueblos se han vuelto a quedar casi vacíos. Van a ser unos meses largos y duros para muchos núcleos rurales. Hasta finales de marzo, con la Senana Santa, sólo alguna celebración como las albadas, el carnaval o el importado día de los enamorados van a animar un poco la soledad de los pueblos. Porque la mayoría elegimos el bullicio de la gran ciudad, el ajetreo de las calles, el hechizo de los comercios, la comodidad de los servicios básicos. Todo ello no deja de ser a veces una huida de la soledad, un refugio artificial en un paraíso que tampoco acaba de hacernos felices.

     De momento, habrá que disfrutar de esta luz invernal, de estas mañanas diáfanas y de un paisaje urbano que también tiene su encanto, auque se vista de gris y nos aleje cada vez más de un entorno natural limpio e incontaminado.


BUEN INICIO DE AÑO

BUEN INICIO DE AÑO

       El año 2014 ya está llegando a su fin. Parece que fue ayer cuando estrenábamos este año que ya es viejo y quedará para siempre en nuestro recuerdo. Ahora sólo nos toca mirar hacia adelante y plantearnos nuevos retos, nuevos motivos para seguir soñando, nuevas ilusiones y renovadas esperanzas.

      En un año pueden suceder tantas cosas, pueden surgir tantos imprevistos, que prefiero que mis deseos no vayan demasiados lejos y de ese tópico Feliz Año Nuevo pasar al FELIZ INICIO DE AÑO. Porque cada vez planifico más a corto plazo, cada vez miro más a ese futuro casi inmediato, a ese presente que se convierte en futuro minuto a minuto, hora a hora, día a día.

      El año que termina nos deja la balanza bastante equilibrada. Aunque a todos nos gustaría que pesara más lo positivo que lo negativo. Ha sido un año anodino, un año de transición, un año de altibajos y de pequeños sobresaltos. Pero no nos podemos quejar pues en lo esencial podemos vivir el día a día con cierto sosiego y tranquilidad. Ha sido un año en el que he conocido a personas maravillosas, he leído excelentes novelas, he escrito nuevos poemas y he intentado cultivar la amistad. Tampoco he dejado de practicar deporte, especialmente el frontenis, que me ha supuesto un accidente en el ojo del que ya estoy recuperado. Eso sí, han quedado muchos proyectos pendientes, que espero realizar en esta nueva etapa: algún viaje fuera de España, la publicación de mi primer poemario, más colaboraciones en la prensa y en revistas literarias y lo que el día a día me vaya dictando.

      Pero lo que tengo claro es que cada día hay que vivirlo con la mentalidad de estrenar algo nuevo, único e irrepetible. Y mirar la vida con optimismo, la botella medio llena y el corazón joven a pesar del paso acelerado de los años. Esto es lo que quiero compartir con vosotros en este blog, que cumplirá pronto sus diez años de vida. Que seáis muy felices a partir de mañana y a lo largo de los 365 días del 2015.

SIEMPRE SERÁ NAVIDAD

SIEMPRE SERÁ NAVIDAD

     Desde mi despacho de Zaragoza contemplo por la ventana un paisaje gris dominado por la niebla que se ha enseñoreado de la ciudad. Por lo que veo, van a ser unas navidades grises, opacas, anodinas. Pero, eso sí, como todo es según el cristal por el que se mira, la Navidad con mayúscula va a seguir siendo la misma: unas fechas que tocan más de cerca nuestros sentimientos y emociones, unos días en los que nos permitimos algún extra en alimentación y ocio, unas jornadas con la familia y con los amigos más cercanos.

     Pienso en este momento en la fría Navidad en Aliaga, superado ya el otoño y llegadas ya las primeras heladas. Las temperaturas nocturnas serán cada día más bajas, pero durante el día brillará un sol radiante que invitará a dar un paseo. Eso sí, bien abrigados y por las zonas más orientadas el sur. Atrás quedó el otoño y ese mes de noviembre del que algunos intentamos huir. Ahora, superado ya el solsticio de invierno, los días empezarán a alargarse tímidamente y la luz comenzará a vencer de nuevo a las tinieblas de la noche.

     Es el eterno ciclo de la vida. Por eso la Navidad marca un antes y un después. Es de esperar que estos días - sea la celebración religiosa o la laica - no nos cieguen en exceso y seamos capaces de mirar hacia el futuro con optimismo. Eso sí, no podremos olvidar a los seres queridos ausentes, enfermos o que se encuentren lejos. Porque el corazón tiene su ritmo y la mente viaja casi inconscientemente hacia ese mundo de los recuerdos y de la nostalgia.

    Sólo me queda desear a los que leáis estas líneas unos días muy felices y una buena entrada de año. Creo que a todos nos hace falta agrarrarnos como a un clavo a la esperanza y compartir la alegría auténtica.

(La fotografía de ALIAGA es una gentileza de mi amigo Juan Marqués)

DICIEMBRE

DICIEMBRE

     Este último mes del año marca la frontera entre el otoño y el invierno, entre el avance inexorable de la noche en detrimento del día y el tímido repunte de la luz a partir del solsticio de invierno. Es un mes en el que el paisaje muestra toda su desnudez, toda su desolación, toda su fuerza interior. Porque diciembre no sólo supone el final de una etapa, sino el repunte de otra, la promesa de nuevas vivencias. Al igual que ese árbol desnudo y desprotegido, el ser humano busca refugio y alimenta sus ilusiones que, cual brotes preprimaveras, irán surgiendo poco a poco e irán renaciendo como el día, de modo paulatino, con timidez.

    Con diciembre se nos escapa de las manos otro año, doce meses que nos parecían largos y sinuosos, pero que se han ido esfumando como las hojas frágiles del calendario. Un calendario festivo en el que la iglesia sitúa una de sus celebraciones más importantes: La Navidad. Una fiesta que hunde sus raíces en los primeros años del cristianismo y que aún se mantiene aunque cada día se celebren más los aspectos profanos más cercanos a las primitivas saturnales romanas.

    Pero diciembre es también el mes de los balances, de las valoraciones. Porque el 2014 quedará en los anales de la historia como un año de transición, de expectativas y de desencantos. Desencanto con los políticos, porque se han multiplicado los casos de corrupción; desencanto con la economía que no acaba de repuntar; desencanto con la desigualdad a nivel internacional que no sólo se mantiene sino que se incrementa de modo preocupante. Por eso las miradas de muchos ciudadanos están puestas en el 2015. Un año con triple cita electoral, un año en el que las urnas van a jugar un papel importante.

    De todos modos, pienso que lo importante es vivir el día a día, hacer planes a corto plazo y afrontar el invierno con un talante optimista. Un talante que está por encima de la soledad, de los días agrisados, del tiempo desapacible y de los crepúsculos eternos.

    Plasmo un poema del gran escritor chileno, Pablo Neruda, que expresa con intensidad las sensaciones que le produce el invierno:

                                            Y fue a esa edad...Llegó la poesía

                                            a buscarme. No sé. No sé de dónde

                                            salió. De invierno o río.

                                             No sé cómo ni cuándo.

                                             No, no eran voces. No eran

                                             palabras ni silencio,

                                             pero desde una calle me llamaba,

                                             desde las ramas de la noche,

                                             de pronto entre los otros,

                                             entre los fuegos violentos

                                             o regresando solo,

                                             allí estaba sin rostro y

                                             me tocaba.


FUGACIDAD

FUGACIDAD

     La semana pasada, mientras noviembre se desvanecía entre la bruma gris y la brisa húmeda, escribí un poema en mi muro de facebook. En él intenté reflejar mi huida más o menos inconsciente de este mes anodino y decadente. Y ayer, en la columna semanal de Heraldo de Cristina Grande, citaba unos versos de esta composición para sumergirse en este final de mes lluvioso - el título de la columna es Paraguas - y amarillento. "También queríamos celebrar - dice Cristina - que dejábamos atrás el mes de noviembre, que no sólo desagrada a Susana Tamaro y a José María Ariño". Mi admiración y gratitud para este gran escritora.

      También Federico García Lorca en su Romance de la guardia civil española, cita metafóricamente este mes asociado a los malos presagios y a la inminencia de la tragedia: "Los relojes se pararon / y el coñac de las botellas / se disfrazó de noviembre / para no infundir sospechas". El poeta granadino asocia el penúltimo mes del año con la mezcla agridulce del deseo de vivir y la inevitable fatalidad de la cercanía de la muerte.

      Voy a plasmar el poema ahora que estamos ya en pleno mes de diciembre, a las puertas de la Navidad y en vísperas de unos días de descanso:

                                            Caen las hojas silentes,

                                            cadenciosas,

                                            amarillas.

                                            Y forman un tapiz bajo la lluvia

                                            de este noviembre suave,

                                                              aserenado.

                                             Así pasa la vida.

                                             Y las horas, minutos

                                             y segundos

                                             se esfuman en silencio.

                                             Y nos van despojando

                                             de sueños de futuro,

                                             de vanas esperanzas,

                                             de caricias de luz,

                                             de ensoñaciones.

                                              Somos como ese árbol

                                             casi desnudo ya

                                             y estremecido

                                             al borde del camino.

                                              O encerrado tal vez

                                             en un alcorque gris

                                             de la ciudad desierta

                                             al filo del ocaso.

                                             Es tan breve el momento,

                                             tan fugaz el instante

                                             que nos obliga a ser,

                                             a contratiempo,

                                             lámpara que se extingue,

                                             rosa que se marchita

                                             y corazón que late

                                             acelerado.

                                             Huimos del otoño,

                                             náufragos de la noche

                                             sin un destino claro

                                             bajo la lluvia gris

                                             y acaso despertamos

                                             en medio de un vaivén de caracolas,

                                             acunados sin más

                                             como esa hoja aleve

                                                         frágil    

                                                             desnuda ya

                                                                 hacia el ocaso.