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josemarco

Y VOLVER, VOLVER...

Y VOLVER, VOLVER...

    Cuando llega el mes de septiembre, nos bombardean desde todos los rincones y nos hablan de rutina, de vuelta al cole, de regreso a nuestras obligaciones, de ajuste de horarios, de coger el ritmo, de no mirar hacia atrás.

    Pero septiembre es mucho más que un regreso a la ciudad teñido de nostalgia. Porque septiembre sabe a reencuentro, a otoño dulce, a fiestas en los pueblos, a tardes dilatadas, a cielos agrisados, a caminatas por la ribera del río, a rutas en bicicleta, a nuevas amistades.

    Y aunque el clímax festivo del mes lo marcan las fiestas de Aliaga, no podemos olvidar la noche festiva de Garrapinillos, la tarde soleada de Leciñena, la noche de terraza en el centro de Huesca, el pregón de fiestas de Remolinos, el rancho y el concurso de guiñote con un valioso segundo premio.

    Ahora viene la segunda parte del mes. Nos esperan las clases, las reuniones, el grupo de lectura, el frontenis, el concurso de guiñote de Zuera, el reencuentro con los alumnos, las notas de selectividad, los recuerdos del verano, la vendimia, el color amarillo, los rebollones,...

    En septiembre todo vuelve. Menos aquellos que se han quedado en el camino durante estos largos meses de verano. Es de esperar que, a pesar de los tópicos, mantengamos la ilusión y voovamos a la poesía, a la creación literaria, a los conciertos, a las presentaciones, al día a día cultural y lúdico.

(Foto adjunta: En los porches de Aliaga después del pregón del día 4)

UN PREGÓN PARA EL RECUERDO

UN PREGÓN PARA EL RECUERDO

     La peña La Masada, la más veterana de Aliaga - su origen se remonta al año 1958 - se ha encargado de inaugurar las fiestas patronales en honor de la Virgen de la Zarza con un pregón para el recuerdo y la nostalgia. Nos han hecho ver por un espejo retrovisor cómo se celebraban las fiestas hace cincuenta años y cuáles eran los actos más emblemáticos. Como los tiempos han cambiado, muchos de nuestros jóvenes no recuerdan el bandeo de campanas, el sonido del campanico, el baile en la calle mayor o los fuegos artificiales. También nos ayudaron a recordar los lugares más pintorescos del término municipal de Aliaga: Boca Infierno, la Hoz Mala, el Hocino, la Clara, la Tamborera y un largo etcétera.

     Fue un pregón cargado de emoción, una llamada a celebrar las fiestas con diversión pero en armonía. Un guiño a las nuevas generaciones. De todos modos, eché de menos - tal vez había que abreviar - alusiones al presente y al futuro más cercano de este pueblo castigado como tantos por la emigración a partir de los años 60 del siglo pasado. Podríamos hablar del acondicionamiento de los accesos al castillo y su iluminación, del futuro de la central y de un pantano cada vez más anegado, de una posible construcción de una residencia de ancianos, de seguir potenciando el sector turístico...

    Hoy continúan las fiestas, aunque muchos no podemos estar presentes debido a nuestras obligaciones laborales. Además, los días 7, 8 y 9 de septiembre son los días clásicos de las fiestas. Desde Zaragoza, evocaré la tarde del toro - hoy de vaquillas - la ofrenda de flores a la Virgen de la Zarza y el baile por la noche en el pabellón. Ahora las peñas llevan el peso de las fiestas pero los actos que se organizan intentan llegar a todas las edades. Por eso las fiestas de Aliaga van más allá del valle del Guadalope y son un reclamo para los pueblos vecinos.

ECOS DEL VERANO

ECOS DEL VERANO

    Cuando llega septiembre, uno recapitula e intenta ver el verano en perspectiva como desde un espejo retrovisor. Han sido dos meses intensos, de viajes, de vivencias, de reencuentros, de pausas necesarias, de reflexión, de esbozos de proyectos, de cargar de nuevo las pilas. Han sido dos meses de caminatas, de travesías, de rutas en bicicleta, de ascensión a las atalayas de la sierra, de suaves amaneceres, de dulces crepúsculos, de noches cuajadas de estrellas. Durante estos días estivales también he encontrado tiempo para los concursos de guiñote, para las tardes de vaquillas, para las noches sin horario. He recorrido casi todos los pueblos cercanos a Aliaga: Allepuz, con su excelente acogida; Valdelinares, el pueblo más alto de España, con una inusual granizada; Linares, encantador y pintoresco, con su pino del Escobón y sus casas señoriales; Villarroya de los Pinares, con su tarde de capea inolvidable; Miravete de la Sierra, con su perfil inigualable y su animación en agosto; Aguilar, con su cortejo de chopos cabeceros a la orilla del río Alfambra; Camarillas, con su suntuosa iglesia que reclama una urgente reconstrucción; Jorcas, siempre acogedora a mediados de agosto, con los recuerdos de las tardes con el llorado José Antonio Labordeta; Campos, cada vez más cuidado por sus vecinos; Cervera del Rincón, tan familiar en verano y casi sin vecinos en el crudo invierno; Hinojosa de Jarque, cortejada con originales esculturas y siempre hospitalaria.

    Ahora, desde Zaragoza, cuando septiembre nos indica una nueva andadura llena de incertidumbre, agito mi ramillete de recuerdos y miro al horizonte más cercano. Porque queda lo mejor: las fiestas anuales de Aliaga en honor de la Virgen de la Zarza, a partir de este viernes. Un fin de semana que promete. Un broche de oro para este ajetreado verano en la sierra turolense.

CAMPOS EN AGOSTO

CAMPOS EN AGOSTO

     Cuando llega el tercer fin de semana de agosto, el pueblo turolense de Campos - perteneciente al municipio de Aliaga - cambia de fisonomía y sus casas vuelven a acoger a tantos vecinos dispersos por Barcelona, Madrid, Zaragoza o Valencia. Da gusto contemplar la plaza llena de niños, jóvenes y mayores. Aunque sólo sea por unos días. Mientras se juega un consolidado campeonato de guiñote en una sala cultural ubicada en el edificio del antiguo ayuntamiento, los niños saltan en las colchonetas hinchables y los jóvenes bailan al compás de la música de una dico móvil. Eso sí, en la plaza ya no está el viejo olmo, símbolo ancestral de este pueblo. Un pueblo que en los años cincuenta llegó a superar los trescientos habitantes y ahora apenas llega a veinte. En las paredes de un cuidado salón-biblioteca observo fotos en blanco y negro de finales de los años cincuenta y primeros de los sesenta. En ellas aparecen niños de mi tiempo en edad escolar, jóvenes agricultores, escenas de diversión en las calles, ceremonias religiosas... Eran momentos importantes para este pueblo eminentemente agrícola y con una mina de carbón que tuvo vida efímera. A partir de los años sesenta, se comenzó a desangrar como tantos pueblos de su entorno. Sus habitantes tuvieron que emigrar para encontrar una salida laboral o profesional. Y las calles se llenaron de silencio y soledad. Un silencio que se rompe por unos días. Porque los vecinos de Campos aman su pueblo y tienen intención de mejorar sus servicios culturales y sociales.

    Ayer tarde pude comprobar de nuevo esta paradoja: ahora que los pueblos se quedan vacíos, se mejoran las infraestructuras y dotaciones. De todos modos, hay mucho camino por recorrer. Y en ello están los habitantes de este lugar encantador situado a casi mil trescientos metros de altitud.

MIRAVETE EN AGOSTO

MIRAVETE EN AGOSTO

     Miravete de la Sierra, ese pueblo de la comarca del Maestrazgo en el que "nunca pasa nada" renace de sus cenizas de soledad y silencio durante el mes de agosto y se convierte en un lugar atractivo desde todos los puntos de vista.

    Aprovechando las celebraciones de mediados de agosto en honor de san Cristóbal y san Roque, nos acercamos desde Aliaga para disfrutar de una tarde de concursos, animaciones y, ya al filo de las doce de la noche, el toro embolado. Y nos damos cuenta de que Miravete tiene su encanto: un enorno natural privilegiado, un trazado urbanístico peculiar, un sabor a pasado, un multiservicio rural, una huerta regada por el Guadalope, una esbelta torre de la parroquia de nuestra señora de las Nieves, una fuente circular con cuatro caños, un puente medieval, unas calles empedradas, unas casas rurales muy bien conservadas y un molino harinero recién restaurado.

    Por todos estos motivos, Miravete puede considerarse como símbolo de muchos pueblos turolenses en los que la despoblación ha hecho esgtragos. Casi todos sus vecinos emigraron hacia Valencia o hacia Cataluña en la segunda mitad del siglo pasado y ahora sólo se reúnen en determinadas fechas. Sus hijos y nietos ya no han nacido allí, aunque visitan el pueblo de sus padres y abuelos, al menos una vez al año. Da gusto recorrer las calles de Miravete durante estas fechas. Un pueblo que respira silencio y tranquilidad por los cuatro costados.

     Todos nos preguntamos qué será de Miravete en un futuro no muy lejano. Qué ocurrirá cuando sus ocho habitantes que permanecen allí durante todo el año ya no estén. ¿Será un pueblo vacío y solitario? ¿Su potencial turístico volverá a atraer nuevos habitantes? Estas y otras preguntas nos planteamos mientras nos dirigimos al antiguo molino harinero por un camino surcado de chopos cabeceros, de avellanos, de pequeños olmos y de algún azarollo.

TARDE POÉTICA EN ALIAGA

TARDE POÉTICA EN ALIAGA

     Esta tarde, en la biblioteca de Aliaga, dentro de las jornadas culturales que organiza cada año Julia Escorihuela, participo con Luis Antonio Pérez en una charla-coloquio sobre LITERATURA Y VIDA. Me voy a centrar sobre todo en la poesía. Haré un recorrido por la poesía española, hablaré del por qué de la poesía y me centraré en algunos tópicos literarios, especialmente en el de la naturaleza. Al hilo de mi exposición he seleccionado los siguientes poemas: APRENDIZ DE POETA, AL FILO DEL OTOÑO, SOLO QUEDA EL PAISAJE, UN VALLE SILENCIOSO, LLUVIA DE ESTRELLAS, ATALAYA y VIRGEN DE LA ZARZA.

    Precisamente hace nueve años, en estas mismas páginas, hablaba también de LITERATURA Y VIDA. Manifestaba mi preocupación por el desconocimiento que tienen nuestros alumnos de secundaria y bachillerato de nuestros autores más relevantes. Y de lo poco que conocen a los clásicos. También aludía a la influencia de las nuevas tecnologías a la hora de leer más o, tal vez, de alejarse de los libros. Esta tarde, en el coloquio final moderado por Luis Antonio, hablaremos precisamente del papel de las nuevas tecnologías en el futuro de la literatura, de las bibliotecas, de las editoriales, de la prensa y de los nuevos lectores.

    Esto es lo que escribí en el 2009: Me gustaría que mis alumnos de tercero de ESO supieran quién fue Baroja o quién es Rosa Montero. Me gustaría que estos alumnos comprendieran mejor el vocabulario cotidianoy distinguieran "cursi" de "cursillo" o "fatalidad" de "banalidad". Me gustaría que mis alumnos de segundo de Bachillerato leyeran con entusiasmo a Kafka, a Joyce o a García Márquez. Que apreciaran más la Literatura, que valoraran más los libros, que entraran con curiosidad en la biblioteca, que subrayaran las palabras difíciles durante la lectura o consultaran el olvidado diccionario. Pero, al parecer, no es así, la realidad no va por ese camino. Hoy mandan las consolas, las plays, internet y los móviles. Se impone la imagen y se extiende la incultura lingüística y literaria. ¿Pesimismo? ¿Realismo? No lo sé. El tiempo nos lo irá demostrando.

TARDE FESTIVA EN CAMARILLAS

TARDE FESTIVA EN CAMARILLAS

     A poco más de diez kilómetros de Aliaga se encuentra Camarillas, ya en la comarca de Teruel. Situada en una eminencia de más de 1300 metros, exhibe su arquitectura civil y sus monumentos religiosos, entre los que destaca la ermita de la Virgen del Campo. Antes de entrar en el pueblo, a mano derecha, se puede contemplar el nevero, uno de los pocos que quedan en la provincia. Ya en el pueblo, surcado por una larga calle, se advierte el bullicio de las fiestas patronales en honor de San Roque. A lo lejos, se oye el sonido de las jotas que amenizan la sobremesa en el pabellón municipal y el parque de atracciones muestra una imagen poco frecuente durante el resto del año: niños en los columpios, con la bicicleta o dándose un remojón en la piscina.

     Nos detenemos delante de la iglesia de la Virgen del Castillo, un monumento barroco del siglo XVII que se hundió a finales del siglo XX. Su restauración será costosa, como la de tantos otros edificios civiles o religiosos. Al contemplar su esbelta torre cuadrada que emerge cual centinela entre las ruinas, nos imaginamos un pasado no muy lejano con las bóvedas intactas y el recinto lleno de fieles. Eso ya ha pasado a la historia y, lamentablemente, el edificio se va desmoronando paulatinamente y se va cubriendo de zarzas y maleza. Si estuviéramos en la época del Romanticismo, podríamos hablar de una poética de las ruinas. Unas ruinas que comparte con la iglesia primitiva, situada junto al castillo en lo más alto de la población.

    En nuestro recorrido por Camarillas llaman la atención las casas de piedra que están siendo restauradas o edificadas de nuevo. Paradójicamente, podemos comprobar que ahora que los pueblos se quedan casi sin habitantes durante los largos meses de invierno, es cuando mejor fisonomía presentan. Sus vecinos cuidan de las casas de sus antepasados, las restauran e invierten en el lugar que les vio nacer. Eso sí, los monumentos civiles o religiosos que sustentan sus raíces tendrán que esperar para ser restaurados. ¿Se hará realidad algún día este sueño?

  

UN LUGAR SUBLIME

UN LUGAR SUBLIME

     Una de las rutas más interesantes y uno de los lugares naturales mejor conservados de Aliaga es la que termina en Valloré-Boca Infierno. Aunque se puede realizar en coche o en bicicleta de montaña, lo mejor es ir a pie y recorrer esos doce kilómetros que separan el municipio de este pintoresco rincón bañado por las aguas del Guadalope.

    Salimos de Aliaga a las ocho de la mañana y en menos de media hora atravesamos el barrio de la Aldehuela y dejamos a nuestra derecha la antigua central térmica - un macabro gigante del hollín - y el embalse cada vez más anegado. Por la escombrera - ¡qué pena la dejadez de los responsables de estos residuos! - descendemos a la altura de la abandonada y semiderruida masada del Río para iniciar un recorrido llano por un camino asfaltado que conduce a la planta de cogeneración Neoelectra. Nos sorprende el ruido de esta factoría que, al parecer, ha ahuyentado a los numerosos buitres que habitaban cerca. Continuamos nuestra ruta dejando a nuestra izquierda la masada de la Puente, también abandonada, y poco después comienza un sendero que nos acerca a un estrecho del Guadalope, flanqueado por impresionantes paredes de piedra y coronado por un bosque de pinos bien conservados. No ocurre lo mismo a nuestra izquierda donde todavía se advierten las cicatrices del pavoroso incendio del verano de 2009.

    Pero lo mejor está por llegar. Hay que cruzar el río dos veces para acercarse al estrechamiento del cauce - como vemos en la fotografía - que nos obliga a cruzarlo a nado si queremos continuar nuestra caminata hacia Montoro de Mezquita. Pero como se nos echa el tiempo encima y hemos de regresar antes de que apriete el calor, decidimos dejarlo para otra ocasión. Eso sí, nos detenemos a contemplar este impresionante maridaje entre las rocas y el agua. Un lugar sublime, silencioso, de una solemnidad difícil de explicar. Hay que vivirlo. Por eso lo aconsejo a los que visiten Aliaga y sepan valorar uno de sus mejores parajes naturales.

ATALAYAS

ATALAYAS

    En una tarde apacible y tranquila de finales de julio, cuando el sol comienza a perder su fuerza y se levanta una suave brisa, comienzo a ascender desde Las Casillas a una de las atalayas privilegiadas que rodean a Aliaga - este valle retorcido según la etimología árabe -. Desde lo alto, contemplo todas las montañas que rodean al pueblo, esas formaciones geológicas de hace millones de años, que han convertido a este lugar en un enclave privilegiado, en un Parque Geológico de los mejores de Europa.

   Las sombras se ciernen sobre el caserío, situado al cobijo de las montañas y bajo la custodia silenciosa de los restos de un castillo medieval. La herida del silencio toca mi sensibilidad y sólo se oye a lo lejos el sonido de las campanas que señalan las ocho de la tarde. Por lo demás, mientras recorro esta colina escarpada, sorteo las aliagas, acaricio las sabinas y esquivo las hierbas aromáticas, especialmente el espliego  y el tomillo.

     Con mi cámara quiero dejar constancia de este momento y realizo varias fotografías panorámicas como la que aparece en esta entrada. No me canso de contemplar el paisaje, las calles perdidas en la lejanía, la torre inconfundible de la iglesia de San Juan, la cúpula del santuario de la Virgen de la Zarza, el perfil del pueblo nuevo, los chopos cabeceros que flanquean el río Gualalope y siembran de verdor sus orillas. Nunca había observado mi pueblo desde esta privilegiada atalaya. Acaso en mi infancia. Pero ya no lo recuerdo. Porque cada día y en cada momento se puede ver de distinta manera el mismo valle, los mismos caminos, las mismas calles, los mismos tejados. Hoy ha sido una tade distinta. Una tarde en la que la distancia me ha hecho sentir más cerca de la tierra que me vio nacer.

TARDE TAURINA EN VILLARROYA

TARDE TAURINA EN VILLARROYA

     Como todos los años, Villarroya de los Pinares ha celebrado las fiestas patronales en honor de Santiago Apóstol. Han sido unos días intensos, repletos de actos lúdicos y muy bien organizados por la comisión de fiestas. El fin de semana ha atraído a este pueblo de la sierra turolense a muchos vecinos de los pueblos cercanos, especialmente de Aliaga.

     Los festejos taurinos son los que atraen a más visitantes. No sólo el toro embolado de las noches del viernes y del sábado, sino las vaquillas de la tarde. Precisamente la tarde del sábado nos deparó un evento singular, organizado por una empresa de actos taurinos. Las vaquillas de la empresa Navarre de Mora de Rubielos fueron toreadas como si de una corrida se tratara por cuatro cuadrillas de jóvenes adecuadamente uniformadas. Cada una de ellas se distinguía por el color de sus trajes. Una de las que más atrajo las miradas del público fue la compuesta por seis miembros de la peña "Los zumbaos" de Aliaga. Con Pablo como torero principal, Javier como picador, Jorge como espada y tres excelentes banderilleros llevaron a cabo una faena incruenta y totalmente lúdica. Las vaquillas contribuyeron al festejo con una inusual nobleza y todas las cuadrillas fueron ovacionadas y recibieron los correspondientes trofeos en orejas y rabo.

    Es verdad que este tipo de festejos tiene cada vez más detractores. Pero es una tradición que, de momento, no se quiere perder. Además, se tiende cada vez más a que los festejos no hagan sufrir al animal y sean cada vez más lúdicos. Así se demostró el sábado en Villarroya y esperemos se repita en Aliaga el próximo mes de septiembre.

Fofografías: Los componentes de la cuadrilla de Aliaga.

UN PUEBLO PINTORESCO

UN PUEBLO PINTORESCO

     En la comarca turolense de Gúdar-Javalambre, asentado sobre una roca y rodeado de montañas teñidas del verdor oscuro de los pinos silvestres se halla Linares de Mora, uno de los pueblos más pintorescos de la provincia de Teruel. Sus calles empinadas, sus casas señoriales, su majestuosa iglesia barroca, los restos de su castillo medieval y su entorno natural lo convierten en un lugar digno de una visita que cautivará a cualquier viajero.

    Con motivo del inicio de sus fiestas patronales, nos acercamos desde Aliaga a Linares ayer por la tarde. Un viaje de una hora por carreteras sinuosas y empinadas que, al fin y al cabo, valió la pena. Alcanzamos la altura de más de 1.800 metros antes de llegar a Valdelinares y nos detuvimos en un lugar acogedor, ya en el municipio de Linares, el pino centenario del Escobón.

    Es pueblo estaba muy animado, como muestra la fotografía. Son muchos los vecinos que durante estos días multiplican el número de habitantes que en invierno ronda los doscientos. De todos modos, no sólo es un lugar encantador para el verano, por su clima suave y a veces frío. En invierno tiene la ventaja de encontrarse a sólo quince minutos de las pistas de esquí de Valdelinares. Esta situación privilegiada anima el turismo y da vida a los establecimientos hoteleros y restaurantes de la localidad.

    Tengo intención de volver con más calma el próximo verano, ascender hasta el castillo, visitar la Cueva de la Mona, participar en el concurso de guiñote, ver la bodega taurina y degustar algunos de los platos típicos de este pueblo de la sierra de Teruel.

ATARDECER APACIBLE

ATARDECER APACIBLE

    Después del bochorno de los últimos días, parece que el calor nos da un respiro y deja el paso a la brisa suave y a una temperatura casi ideal. Al menos en Aliaga. La tormenta del domingo y los amagos tormentosos de ayer y de hoy han dado paso a un clima más adecuado para las fechas en las que nos encontramos.

   El río Guadalope se resiste al estiaje y las huertas muestran toda su lozanía. Todavía se recuerdan las generosas lluvias del mes de junio y se quiere pasar página de los días inusualmente calurosos para estas fechas. Eso sí, aún queda mucho verano y puede pasar de todo.

    En mi paseo por la calle mayor observo que se están reparando algunos tejados y se están adecentando algunas casas para recibir a los vecinos que esperan con ilusión las vacaciones de agosto. Porque agosto es el mes estrella. Las ciudades se quedan semivacías y las playas se llenan de visitantes. Pero muchos elegimos la tranquilidad de los pueblos que, con una altitud de más de mil metros, nos permite dormir a pierna suelta, disfrutar de los paseos vespertinos y tomar la fresca en la calle o en las terrazas de los bares después de la cena.

     La fotografía nos muestra la torre de la iglesia de San Juan, un monumento inconfundible de Aliaga. El verde de la ribera del río todavía se mantiene a pesar de la escasa lluvia de los últimos días. Y los niños y jóvenes recorren las calles con aire festivo y con sabor a vacación. Están mucho mejor que en la ciudad, por supuesto.

ALLEPUZ EN FIESTAS

ALLEPUZ EN FIESTAS

     Durante los fines de semana de julio y agosto son muchos los pueblos que celebran sus fiestas patronales. En la sierra de Teruel lo combinan de tal modo que las fiestas no coinciden y así los vecinos de los pueblos más cercanos se reúnen para asistir a las vaquillas, disfrutar de un concierto o participar en un concurso de guiñote.

     Ayer por la tarde nos acercamos a Allepuz, un municipio de poco más de cien habitantes, que se alza cerca del puerto de Sollavientos a más de 1400 metros de altitud. El ambiente era festivo y la animación se palpaba en todos los rincones, especialmente en la plaza principal. Todo ello contrastaba con el ambiente invernal, sinn casi niños para mantener la escuela. Pero la tarde del domingo estaba dedicada sobre todo a los más jóvenes: concursos de parchís, de guiñote, de morra, de disfraces y mucha participación. Alegraba ver a tantos jóvenes y niños llenando una plaza que se volverá a quedar desierta en pocas semanas. Esta es la tónica de todos los pueblos durante estos breves meses de verano.

    Con todo, hay que reconocer, que gracias al esfuerzo de las comisiones de fiestas y al apoyo de los ayuntamientos, se mantienen estos actos festivos que contribuyen a que las nuevas generaciones no pierdan contacto con el pueblo que vio nacer a sus padres y a sus abuelos. Allepuz celebra las fiestas de La Magdalena y lo hace por todo lo alto. Sus fiestas son muy valoradas en toda la comarca y sus vecinos hacen gala de su hospitalidad y simpatía. Así lo comprobamos ayer en una breve visita para participar en el concurso de guiñote. Javier y Pablo llegaron a semifinales. Un paso más hacia la gloria. Otra vez será. Además, la tormenta amenazante respetó los actos programados y el calor volvió a ser el protagonista en este municipio tan pintoresco con sus casas arracimadas sobre las rocas y su excelente mirador al valle del Sollavientos.

A VISTA DE BUITRE

A VISTA DE BUITRE

     Nunca había estado en este lugar escarpado y escabroso. Después de trepar por unos peñascos encima de la carretera de Camarillas, me asomo a una oscura y escondida cueva y diviso a dos buitres. Me miran sorprendidos y huyen despavoridos emprendiendo el vuelo a lo lejos. Desde allí diviso un paisaje inédito. El castillo de Aliaga, que oculta la parte más antigua del pueblo, y el pueblo nuevo, que se extiende a la izquierda muy cerca de la orilla del Guadalope.

     Mientras contemplo el paisaje montañoso, que me es tan familiar y admiro las formaciones y plegamientos caprichosos de este parque geológico, evoco los rigurosos inviernos de hace cincuenta años, los caminos pedregosos, los bancales cultivados en las laderas de las montañas, los rebaños de ovejas, las caballerías y la huerta cultivada a la orilla del río de la Val.

     Ahora queda muy poco de todo eso. Sólo permanecen las montañas enhiestas, solitarias, eternas. Y el valle verdeante y el castillo semiderruido. Me preguntaba también si valdría la pena reconstruir el castillo y convertirlo en un lugar de atractivo turístico con mirador y centro de interpretación incluido. Sería un proyecto ambicioso e interesante. Y muy útil para este pueblo que se beneficia del turismo, especialmente en los meses estivales.

     Mientras desciendo cuidadosamente entre sabinas humildes y aliagas rebeldes, me imagino a los buitres que volverán a su cobijo, a esa cueva que quizás en el pasado albergó a algún fugitivo o a algún maqui. Es viernes y no paran de llegar coches a Aliaga para disfrutar del fin de semana, para huir del calor agobiante de Zaragoza o de Valencia, para disfrutar del paisaje y del solaz. Dejo a mi derecha la porra, otro icono del pueblo y contemplo desde el puente la eminencia en la que he estado a la altura de los buitres. Quizás haya sido una pequeña locura de una tarde calurosa y apacible.

POR JARQUE DE LA VAL

POR JARQUE DE LA VAL

     Hoy he realizado mi primera ruta ciclista veraniega. Como aperitivo he elegido la más asequible, desde Aliaga hasta Mezquita. Una carretera tranquila, sinuosa y bien señalizada.  Es predominantemente llana, con pequeños repechos y discurre por la margen izquierda del río de La Val. Se pasa por el barrio de Santa Bárbara, por Cobatillas, por Hinojosa de Jarque, por Jarque de la Val y por Cuevas de Almudén. En Mezquita de Jarque, parada obligada en la fuente de la entrada el El pueblo y pequeño descanso.

    De regreso, me detengo en la fuente de cuatro caños de Jarque de la Val, que podéis ver en la fotografía. Un pequeño pilón construido en 1971 y que, según me ha dicho una vecian, recoge las aguas de un antiguo y bien valorado manantial. Jarque se despierta tranquilo en esta mañana soleada de la virgen del Carmen y exhibe sus huertas y sus calles limpias y arregladas. Destaca sobre todo la Casa Consistorial, declarada Bien de Interés Cultural y la iglesia de la Asunción, cuya torre fue restaurada en el 2008.

    La fotografía adjunta está hecha debajo de una morera y al lado del lavadero municipal, todavía en uso y en un buen estado de conservación. Pronto llegarán las fiestas de San Roque y de la Asunción. De momento, el pueblo se anima los fines de semana. Durante el año la asociación cultural El Torrejón organiza otros eventos y mantiene viva la llama cultural y recreativa.

OLEADAS ESTIVALES

OLEADAS ESTIVALES

      Después de unos días alejado del ordenador, vuelvo a teclear desde mi pueblo, desde Aliaga. Un lugar idílico que este verano tampoco se ha librado de las sucesivas olas de calor que azotan nuestra península. Por eso hay que aprovechar las primeras horas del día y las horas del crepúsculo vespertino para pasear, ir en bicicleta o practicar nuestro deporte favorito. Esta tarde de mediados del mes de julio el cielo se ha tornado gris y, a lo lejos retumban los truenos. Es un amago de tormenta que quizás llegue hasta este valle verdeante.

     A todos nos sorprenden estos días calurosos tan prolongados y nos preguntamos si será definitivamente una consecuencia de esta cambio climático que hace años merodea por el sur de Europa. Porque no es normal que dentro de una habitación se mantengan los treinta grados y haya que descender a la parte más baja de las casas para disfrutar de una temperatura agradable para estas fechas. Por eso buscamos las orillas del río, la sombra perpetua de los chopos cabeceros y el frescor de la vega. Por eso buscamos un alivio natural, lejos de los aires acondicionados y del frío artificial. Y esperamos una nueva tormenta, al menos para refrescar el ambiente y humedecer el paisaje.

    Es verdad que, en comparación con otras zonas de España, seguimos siendo un lugar privilegiado para los meses más calurosos del año. Es verdad que siempre encontramos un rincón para refrescarnos, para dejarnos acariciar por la brisa, para contemplar un horizonte distinto cada día. Porque el verano es tan fugaz que, a pesar de estas inusuales temperaturas, intentamos apurar hasta el último sorbo de solaz, de reposo, de reflexión, de tertulia, de reencuentro. Todavía nos queda un mes y medio por delante. Y en estas páginas reflejaremos vivencias, aventuras y nuevas experiencias cotidianas. 

SENDEROS DE ALIAGA

SENDEROS DE ALIAGA

     Como todos los años por estas fechas, el ayuntamiento de Aliaga organiza una ruta senderista por su extenso, variado y atractivo entorno natural. Esta marcha ya va por su novena edición y cada año nos sorprende más. El sábado, 27 de junio, antes de las 8 de la mañana ya estábamos de camino hacia el barrio de Santa Bárbara por la orilla izquierda del río de la Val. Todavía nos amparaba el fresco de la mañana de una jornada que prometía ser calurosa. Pronto dejamos el valle para comenzar la primera subida - la más difícil - hacia la carretera de Camarillas. Un camino sinuoso, empinado y agreste. Arriba nos esperaba el primer avituallamiento para hidratarnos. Venía después una senda a través de aliagas y pequeños pinos con subidas y bajadas cual tobogán de feria. Pero pronto llegaríamos a la carretera de Miravete e íbamos a reponer fuerzas con un exquisito bocadillo de jamón. Nos esperaba la ribera del Guadalope, que íbamos a cruzar varias veces, para iniciar una segunda ascensión hacia el valle cercano a Valdepérez. Allí, después de saborear fruta natural, comenzaba una larga pista forestal, con pequeñas subidas, que nos llevaría de nuevo al Guadalope y a las inmediaciones del Hotel de montaña El Molino de Aliaga. Al filo de las doce, después de unas cuatro horas de intenso caminar, llegábamos al pabellón. Allí nos recibían con un refresco y una camiseta conmemorativa. Luego llegaría la comida - la paella que nos preparan cada año unos vecinos y amigos de La Vall de Uxó - y una larga y dilatada sobremesa.

     Lo que más quiero destacar de esta IX Ruta Senderista de Aliaga es que, a pesar de haber nacido allí, me ha dado a conocer zonas naturales y caminos pintorescos que hasta el momento desconocía. Un diez para los organizadores que año tras año se van superando con nuevos y sorprendentes recorridos.

AL FILO DEL VERANO

AL FILO DEL VERANO

     Mañanas claras y soleadas, tardes apacibles, crepúsculos serenos. Todo esto y mucho más es lo que nos brinda el inicio del verano en Aliaga. Un inicio que coincide con una de sus fiestas más emblemáticas: la de San Juan. Y es que, aunque el día más importante es el próximo día 24, este fin de semana se han anticipado las celebraciones con importantes festejos taurinos - el ensogado por las calles del pueblo y los toros embolados con un excelente concurso -, buenas orquestas, concurso de guiñote y otros espectáculos para niños y adultos.

     Uno de los actos más singulares de estos días es la plantada del mayo en la plaza contigua al cuartel. Un pino singular, con una capota de enebro o de sabina es elevado por varios jóvenes - antes lo realizaban los quintos - y queda allí enhiesto y majestuoso durante todo el verano. Un verano que se caracteriza por la animación de los fines de semana, la ruta senderista del próximo sábado, los actos culturales en la biblioteca, las visitas al parque geológico y otras actividades de interés. Además, el pueblo está ganando terreno en establecimientos hoteleros. Lo que atrae a los numerosos visitantes que, mediante el boca a boca, van aumentando año tras año.

    Porque para los que conocemos bien el pueblo, el turismo es uno de los elementos dinamizadores de Aliaga. Sin embargo, todos pensamos que si se instalara alguna industria, sería el complemento perfecto para fijar población y alejar el fantasma del éxodo rural que tanto ha afectado a Aragón y a Teruel en las últimas décadas. De momento, habrá que aprovechar la benevolencia del clima estival, el paisaje pintoresco y los atractivos naturales que en verano reclaman la atención del viajero.

UNA VÍA OBSOLETA

UNA VÍA OBSOLETA

    No es la primera vez que escribo sobre el problema de las comunicaciones en Aragón, especialmente en la provincia de Teruel. Precisamente en los últimos días ha vuelto al primer plano de la actualidad la vía ferroviaria entre Zaragoza y Teruel. El motivo no ha sido otro que el transporte periódico de cargamentos de coches de la factoría Opel de Figueruelas con destino al puerto de Sagunto para embarcarlos a Turquía. Resulta que, según fuentes de Renfe, la presencia de este convoy excesivamente largo y con circulación lenta, ocasionaba retrasos a los trenes habituales de pasajeros. Así, se ha tenido que interrumpir este  traslado, que suponía un recorrido de casi trescientos kilómetros menos, y se ha vuelto a privar a Teruel de una actividad que favorecería a otras empresas. 

     ¿Se va a buscar la mejor solución a este problema? Al parecer, la situación económica actual condiciona notablemente lo que sería una actuación definitiva: electrificación de la línea, amplios apeaderos y, en definitiva, un desdoblamiento de las vías en todo el trayecto. Todo ello supondría una inversión que ni Renfe ni los organismos oficiales están dispuestos a asumir. Otra alternativa más viable sería que estos vehículos se transportaran por la noche. Solución que parece provisional y poco convincente. Mientras tanto, se ha suspendido esta iniciativa y se está a la espera de adoptar la solución más conveniente.

     Está claro, que en este tema de las comunicaciones llueve sobre mojado. Y es una pena que una vía que enlaza el norte de España con el Levante quede como enlace secundario y se convierta en un futuro en algo obsoleto y poco operativo.

LA ESCUELA DEL FRANQUISMO

LA ESCUELA DEL FRANQUISMO

       Ayer tarde visité en Zaragoza las dos sedes de la exposición 4O AÑOS CON FRANCO, impulsada por el historiador Julián Casanova y patrocinada por el Área de Cultura del Ayuntamiento de la ciudad del Ebro. Aunque ya conocía casi todo lo referente a estos largos años de dictadura, me ayudó a refrescar algunos datos y volver de nuevo a los años de mi infancia en Aliaga.

     Lo que más me llamó la atención fue la sala dedicada a una reproducción fiel de la escuela de los años de posguerra. Es el claro reflejo de una época de penuria, de tardes grises y de días oscuros. La pizarra, el crucifijo, los cuadros de Franco y de José Antonio, el mapa mundi, la esfera, el compás, la estufa,... Todo se ajusta a una realidad que nos parece lejana y perdida en el baúl de la memoria. El Museo Pedagógico de Aragón conserva los pupitres de madera con el agujero para el tientero, plumieres, huchas de chinitos y negros para el Domund, austera mesa del maestro y penumbra, mucha penumbra.

    El resto de la exposición tampoco tiene desperdicio: paneles en blanco y negro, explicaciones claras y concisas, documentales, maquetas y alguna reproducción natural como la del garrote vil. Fueron tiempos de miseria, de silencio, de represión, de miedo. Espero que no se vuelvan a repetir. ¡Bendita democracia! Por muy imperfecta que nos parezca.