UN FUTURO NEGRO
Sin eufemismos, sin rodeos, sin paños calientes, quiero suscribir las palabras de Joaquín Noé, alcalde del pueblo turolense de Ariño, cuando se refiere al futuro de la comarcas turolenses de las Cuencas Mineras y de Sierra de Arcos dibujando un perfil pesimista y utilizando el mismo adjetivo - negro - que aplicamos a ese mineral que da de comer a unas cuantas familias de la zona y que frena la cada vez más amenazante despoblación.
Son nada más y nada menos que 33 despidos en una de las minas de la localidad. A esto se suma que la térmica de Andorra tienes previsto prescindir de 42 empleados. Todo un hachazo para la comarca y para la cada vez más desolada provincia de Teruel. Porque la historia nos está demostrando que, como cantaba el gran José Antonio Labordeta, "vamos camino de nada". Se cerró la central térmica de Aliaga en el año 1981, se clausuraron las minas de Aliaga, Campos, Castel de Cabra, Escucha, Utrillas, Rillo,...y dejó de funcionar hace pocos años la térmica de Escucha. El castigo ha sido tan duro que es muy difícil que esta comarca levante la cabeza, al menos a corto plazo.
Para los más optimistas hay que señalar que sólo nos queda el turismo. Pero es un turismo de temporada o de fines de semana. Y es un turismo limitado. Esa es la realidad. Porque si no se buscan otras alternativas industriales, esta provincia seguirá el imparable camino de la despoblación. El clima, las comunicaciones, la orografía,...todo está en contra de un Teruel del que sólo resiste la capital, la comarca del Bajo Aragón, y poco más.
Está claro que no son buenos momentos para invertir. Pero algo tendrán que hacer nuestros políticos para revertir la situación si no quieren ver en pocos años una provincia desolada, sin jóvenes, sin emprendedores, sin futuro.